domingo, 28 de noviembre de 2010

DOMESTICACIÓN Y ADIESTRAMIENTO
Las alas deben ser recortadas para llevar a cabo el proceso de domesticación. Ello hará
las cosas más fáciles tanto para nosotros como para nuestro pájaro.
Si queremos un inseparable muy dócil y afectuoso, lo mejor es adquirir un ejemplar
joven criado manualmente. Uno de más edad será mucho más difícil de adiestrar. Unas
cuantas cosas que necesitaremos para comenzar, son una percha de madera de unos 30
cm., una habitación tranquila en la que no haya elementos de distracción y un par de
guantes. Es mejor, sin embargo, prescindir de éstos, ya que con frecuencia asustan al
pájaro. De todos modos, sus mordiscos pueden resultar desagradables. Por tanto, si
decidimos usar guantes, asegurémonos de que se ajustan cómodamente, son suaves al
tacto y de tonalidades clara o color carne. El punto para llevar a cabo el adiestramiento
debe ser una habitacion que esté lo más vacía posible, con muy escaso o ningún
mobiliario. Esto hará que sea más fácil recobrar al pájaro si resulta necesario. Digamos
que todos los espejos y las ventanas deberán cubrirse y las ventanas cerrarse.
Es importante, antes de iniciar la domesticación, que el pájaro haya tenido tiempo de
adaptarse a su nuevo entorno. Démosle una o dos semanas para tal fin.
Manteniendo sesiones de domesticación diarias, no transcurrirá mucho tiempo antes de
que el pájaro permita que lo acariciemos e incluso que le enseñemos algunos juegos.
Si se utiliza un espacio reducido, el pájaro no podrá alejarse mucho de nosotros en el
caso de que huya. De hecho, pronto se acostumbrará a tenernos muy próximos. A
continuación tomaremos la percha en nuestras manos y la colocaremos frente al pájaro
apoyándola ligeramente en su pecho para incitarlo a que se suba en ella. Probablemente
intentará huir volando pero si se le ha recortado las alas, no podrá ir muy lejos.
Evitemos perseguirlo con la percha en la mano ya que puede asustarse y lesionarse.
Esperemos hasta que se haya tranquilizado y repitamos de nuevo el proceso. Solamente
deberemos seguir con esta labor durante unos quince minutos y tomarnos después un
descanso; con ello nos resituaremos de nuevo. Podemos llevar a cabo unas cuantas
sesiones al día pero al principio no conviene que excedamos una hora entre todas.
Recordemos que no debemos sentirnos frustados, que debemos mantener la calma y que
es preciso que utilicemos un tono suave y tranquilizador al hablar con nuestro nuevo
compañero.
Cuando el pájaro se encuentre posado sobre la percha, levantemos lentamente la mano
hasta llegar a la altura de su pecho y presionémoslo ligeramente de modo que se vea
obligado a subir a nuestra mano.
Tan pronto como nuestro pájaro haya decidido posarse voluntariamente sobre nuestra
mano, habremos ganado su confianza y con ello los ulteriores procesos de
domesticación resultarán más fáciles.
Con tiempo y paciencia nuestro pájaro gozará posándose sobre nuestra mano o en
nuestro hombro. Esto le concede más libertad. Ahora ya podemos sacarlo de la jaula
para que juegue un poco con nosotros o para hacernos compañía mientras deambulamos
por la casa.Permita que el inseparable aún no domesticado se acostumbre a su nueva casa al menos
durante unas veinticuatro horas, de modo que pueda estar seguro de que se está
alimentando normalmente. Cada vez que se aproxime a la jaula, háblele en voz baja y
tranquila para que se dé cuenta de que no está usted pensando en atacarlo por sorpresa.
Al principio el pájaro puede chillar o retirarse hacia la parte posterior de la jaula, pero
sus gritos se irán haciendo cada vez menos convincentes a medida que se dé cuenta de
que no intenta hacerle daño alguno.
Cuando el pájaro ya esté comiendo normalmente, necesita usted avanzar y comenzar a
domesticarlo. No deje de darle lecciones durante períodos prolongados de semanas o
meses. Los inseparables crecen rápidamente, y basan su comportamiento en su
adiestramiento inicial. Si no comienza a domesticarlos a una edad temprana, puede que
le resulte mucho más difícil hacerlo después.
Para las primeras lecciones, escoja una zona pequeña y que sea segura para el pájaro.
Una bañera que pueda cerrarse del resto de la habitación es una elección adecuada. No
obstante, por si el pájaro consiguiera escapar, cierre la tapa del WC, cubra el espejo, y
guarde todos los artículos frágiles o venenosos. Entonces lleve a la zona de
adiestramiento un palo, algunas golosinas y la jaula. Cierre la zona de adiestramiento y
ya estará listo para comenzar.
Empiece abriendo la puerta de la jaula del pájaro, mientras le habla constantemente en
voz baja. Dígale que es un pajarillo precioso y lo mucho que le gustaría ser su amigo.
Una vez que la puerta está abierta siéntese un momento y continúe hablándole. Deje que
el inseparable se haga cargo de la situación. Si tiene suerte, puede que decida salir de la
jaula por su propia iniciativa después de algunos minutos -una indicación de que del
pájaro será fácil de domesticar-. Si ya es más tímido, puede que tenga que ayudarlo a
salir insertando el palo dentro de la jaula y sujetándolo a la altura del pecho del ave.
Cuando suba al palo -y los loros rara vez pueden resistir subirse- comience a sacar el
palo lentamente de la jaula. Durante todo el tiempo que esté usted trabajando, continúe
hablándole en voz baja y tranquila.
Una vez que el inseparable esté sobre la jaula o en su palo, puede enseñarle a aceptar
golosinas de su mano. Ofrézcale algo especial, como por ejemplo un cacahuete pelado o
media uva. Al principio es posible que el pájaro tenga temor de acercarse demasiado a
su mano. Tenga paciencia. Continúe hablándolo. Cuando acepte la golosina, alábelo con
entusiasmo de modo que aprenda a relacionar las golosinas con su voz.
La siguiente lección implica enseñarle al pájaro a subirse a su mano o a su dedo.
Algunos adiestradores recomiendan usar guantes porque existe una posibilidad de que el
pájaro asustado pueda morder. Sin embargo, otros hacen notar que el uso de los guantes
sólo demora lo inevitable ya que tarde o temprano querrá enseñar al pájaro a subirse a
su mano desnuda. A diferencia de los grandes loros, la mayoría de los agapornis
probablemente no han tenido ninguna experiencia atemorizadora con los guantes, de
modo que este paso no dañará activamente la relación que se irá desarrollando con su
pajarillo. Sin embargo, se trata de un paso adicional que no tiene usted que tomar
necesariamente a menos que se asienta usted realmente nervioso. Tal vez convenga
recordar que aunque el picotazo de un agapornis puede ser doloroso, realmente no
puede hacerle ningún daño.
Con o sin guantes, debería mover su mano hacia el pecho del inseparable, muy
lentamente, hablándole todo el tiempo para que se dé cuenta de que no está tratando decogerlo por sorpresa. Cuando se decida a subir, probablemente bajará el pico para
equilibrarse sobre su nueva percha. Esta acción de equilibrarse con ayuda del pico no le
hará a usted ningún daño, de modo que evite quitar la mano bruscamente, lo cual podría
frustar a su pajarillo. Deje que él se dé cuenta de que usted representa un lugar seguro y
cómodo para posarse.
Si el pájaro le da un picotazo, simplemente dígale "no" en voz alta, y continúe la
lección. Nunca golpee ni castigue a un pájaro. El castigo no le enseñará nada, excepto a
tenerle miedo -y esto es lo último que debería desear-.
Una vez que el pájaro se haya posado sobre su dedo, puede ofrecerle otra golosina,
alabarlo con entusiasmo y dejarlo comer de su mano mientras oye sus palabras que
expresan orgullo. Cuando haya terminado de comer, controle su reloj para comprobar
que la sesión no se ha prolongado demasiado. Ni siquiera un pájaro joven y sano
debería trabajar durante más de veinte o treinta minutos. Suavemente, vuelva a poner el
pájaro en su jaula y prepárese para continuar el adiestramiento cuando haya transcurrido
no menos de una hora ni más de un día.
La próxima vez, puede ayudar a su inseparable a aprender a pasar de una mano a la otra.
Alábelo cada vez que responda con rapidez. No sea tímido para demostrar su
entusiasmo. No puede darle una golosina cada vez que haga lo correcto, porque pronto
estaría a punto de reventar, pero ciertamente siempre podrá abrumarlo con palabras
cariñosas. Despues de cierto tiempo, el pájaro habrá adquirido confianza suficiente
como para encaramarse a sus hombros o a su cabeza. Por favor, evite que adquiera la
costumbre de usar su cabeza como percha. Un "no" en voz alta al tiempo que lo hace
descender a los hombros debieran ser suficientes.
Cuando el pájaro confíe en usted y pida activamente dejar su jaula para subir a sus
hombros, estará domesticado. Sin embargo, puede facilitar a ambos si insiste en dar un
paso más -enseñar al pájaro a aceptar su mano alrededor de su cuerpo o sobre su cabeza-
. Tendrá que trabajar lenta y cuidadosamente cuando comience a rascar la cabeza de su
inseparable. Mueva la mano muy gradualmente para rascarle las orejas. Después de
unas cuantas sesiones, el pájaro se dará cuenta de que le encanta que lo rasquen y puede
que ponga la cabeza en sus manos para conseguir ser acariciado. Estupendo. Después de
un tiempo, podrá usted poner su mano sobre la cabeza del pájaro e incluso sobre su
lomo, y acariciarlo suavemente. Aunque es posible que el pájaro no llegue nunca a estar

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